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Alma.

 

La presente historia no sabría decirles si es una ficción o es realidad. Probablemente sea parte de un futuro próximo o simplemente un sueño nostálgico.

 

Recuerdo haber llegado el 29 de octubre, un día largo lleno de melancolía y nubes; un día con aire, el aire de los muertos. Entré en la casa me serví una taza de Wallace, le encendí una veladora a la señora, terminé de decorar la ofrenda para no andar con las carreras de último momento y comencé beber otra dosis de licor en lo que abría mi lista de reproducción. Prendí inciensos para darle un toque más fúnebre al momento.

 

Un par de vueltas para ponerme ropa más cómoda, un cigarrillo y otra taza de burbon barato. Siempre fui un cliché de rockstar por lo que todo debía ser de esa forma, licor barato y somníferos para poder dormir. Esta vez no debía despertar, no debería de haber un mañana ni un pasado mañana. Únicamente hoy por una última vez.

 

Me senté en el sillón, encendí otro cigarrillo, la música tornaba etéreo el momento, un blues tenue con tintes de un buen rockcito. Las lágrimas comenzaron a derramarse, los recuerdos evocaron momentos lindos que tuvimos juntos, el humo del cigarro se hizo más denso hasta casi parecer neblina. La sala se tornó fría y la luz pálida, mi boca ya comenzaba a estar amarga.

 

Cerré los ojos, dormí quizá… su mano fría toco mi rostro, al abrir los ojos estaba parada frente a mí, me dijo –Hola amor- una risa con llanto inundo mi ser. La música se detuvo, su voz tenía un eco gutural muy extraño.

 

Le dije que la extrañaba tanto, le dije que ya no podía con el peso de existir sin ella. Sus labios gélidos rozaron mis labios, me abrazó fuerte. No temas, me dijo.

 

Bebí de la taza, un último sorbo, platicamos algunas anécdotas, reímos otro poco, nos besamos.  Bailamos con Leonard Cohen de fondo. Todo saldrá bien mi amor, me dijo, regresa con los niños. Todo volvió a ser silencio, se tornó oscuro y los ruidos de gritos en el jardín, se veían luces por el cancel, ella abrió una puerta, me lanzo un beso al aire y cerró. Desapareció detrás de la puerta. 

 

Todo era un escándalo, todo confusión, alborotos y gritos. Destellos y sirenas. Yo solamente quería seguir durmiendo.

 

Desperté el 3 de noviembre en el cuarto de un hospital, una enorme bolsa de suero entraba en mi brazo, escuché gritos, fuertes gritos. Ya despertó, decían, corre ya despertó.

 

Mis hijos estaban en el hospital esperando que reaccionara, estuve en coma por una medicación extra de somníferos, una medicación accidental decían. Me despertaron cuando tal vez no quería despertar.

 

Regresemos a casa, aún olía a incienso, la ofrenda tenía veladoras encendidas, regresé a mi viejo y noble sillón. Mis hijos con lágrimas en los ojos me pidieron que no lo volviera hacer. Es entonces cuando vi la fotografía de Alma, sonriendo, satisfecha de mi visita al momento que volvía a sonar Leonard Cohen.

 

Dance me to your beauty with a burning violin

Dance me through the panic 'til I'm gathered safely in

Touch me with your naked hand or touch me with your glove

Dance me to the end of love.

 

Dance me to the end of love – Leonard Cohen.

 

En memoria de Alma a un año de su partida a las estrellas…

 

 

"Tengo un agujero en el corazón del tamaño de un camión                     Lou Reed."

 

Por: Greennmann