Puebla. México

ALDEA POTEMKIN

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ALDEA POTEMKIN

 

Israel Torres Hernández

 

“¿Andar en camisa? ¡Nunca! Por respeto a la propia persona, por decencia y honestidad”.  

 

“Fue cuestión de un instante grandioso y decisivo en la vida de muchos hombres”. Línea que alude al argumento de “Memorias de campaña” (1971) del escritor y militar Francisco Luis Urquizo, quien narró acontecimientos cruciales en la segunda década del siglo XX en su primera novela. Participó de primera persona en varios episodios de la Revolución Mexicana y ocupó los cargos de secretario de Guerra y Marina, secretario de la Defensa Nacional y comandante general de la Legión de Honor mexicana. Además, en 1967 el Senado le dio la medalla Belisario Domínguez por sus méritos. Respecto a su fase literaria fue llamado “novelista del soldado” y pertenece al género “novela de la revolución” junto a Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, entre otros. Enseguida estos elementos para interesar a los lectores en el libro en cuestión y el estilo del autor.

          En la lucha revolucionaria también había tiempo para la atracción amorosa. Belem, sin apellido conocido, andaba “en la bola” desde el tiempo de Pascual Orozco y estuvo en muchos combates. Andaba con sombrero texano, polainas, pistola, cartucheras y montaba muy bien. Serena y valiente, no era una carga para alguien porque ensillaba su caballo, le daba de comer y beber. Delgada, morenita, pero fuerte ya que aguantaba hambre, lluvias, calor y frío. Dura para la fatiga y se bastaba sola. Sin grado militar, ni diplomas o condecoraciones porque era absolutamente desinteresada. Era normal y equilibrada porque cortaba sus relaciones cuando lo juzgaba prudente. ¿Se quedó con esa norteña, de Chihuahua, que no cantaba, reía poco, a la que consideraba única?

          Francisco estuvo en una coyuntura vital de la historia del país: la Decena Trágica. Ascendido a subteniente por decisión del presidente Madero perteneció al Escuadrón de Guardias de la Presidencia, el cual se encargaba de cuidar al gobernante en turno. Si bien el grupo debía lealtad, los jefes se rindieron ante Félix Díaz y Victoriano Huerta. Los opositores fueron asesinados por la espalda como el general Villarreal o huyeron. ¿Urquizo fue obediente a Madero, se mantuvo leal a sus compañeros o escapó en espera de tiempos favorables?

          Integrado a la tropa de Carranza participó en la caída de Huerta en 1914. Nombrado como teniente coronel combatió por año y medio hasta que fue firmado el Tratado de Teoloyucan, el cual hizo oficial la renuncia del presidente apoyado por la Decena Trágica. La entrada a la capital del Ejército Constitucionalista significaba más que un triunfo militar: firmeza en las instituciones políticas y urgentes reformas sociales. Francisco pensó que aquella revolución política tendía a convertirse en una socialista.

          Por último, la novela es un testimonio de la vida de la tropa en la Revolución. Urquizo enlazó su experiencia con la de otros combatientes, describió los caracteres positivos y negativos que les permitieron sobrevivir, se alejó de las hazañas de los jefes como Carranza y Villa para ubicarlas como acciones colectivas, recordó que la valía de un militar radicaba hasta en la pulcritud de una prenda como una blusa (su camisa). Aldea Potemkin también ameritaría unas “Memorias en campaña” porque visitarla es un peligro.

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